Juventudes Musicales cierra el «curso musical» y da paso al XXVII Festival «A orillas del Guadalquivir»

Siempre ha resultado ser uno de mis pensamientos escritos más constantes: “El que no escucha buena música de cámara en directo es porque no quiere”. Una vez más, Juventudes Musicales se encargó de darme la razón. Y es que, señoras y señores, el circuito de jóvenes intérpretes que Juventudes Musicales de España pone a disposición de sus socios es mucho más que digno. No en vano, el encargado de cerrar este curso musical, Martín Martín Acevedo, fue galardonado con el primer premio del Concurso Permanente de Jóvenes intérpretes de Juventudes Musicales de España en el año 1992. A ello hay que sumar las grabaciones para RNE y TVE y la interpretación de conciertos por España y otros países europeos, como Irlanda o Alemania.

En fin, un valor seguro al que pocos “peros” podría ponérsele. Empezando por la elección del programa. Muy acertado, variado y diferente a lo acostumbrado a oír en nuestro pueblo; pues puede llegar a resultar chocante en un recital de piano no encontrar programado algo de Mozart, Beethoven, Schubert, Chopin, Schumann, o de otros compositores de la historia de la música pianística, dado que sus archiconocidos nombres los hace obligados a estar presente en cualquier evento de este tipo.

Con un sentido progresivo de la historia musical estaba constituida la primera parte. Dos Sonatas –la 86 en Re Mayor y la 88 en Re b Mayor– del Padre Antonio Soler (desconocido para muchos) abrían boca de algo que se avecinaba más que notable. La técnica depurada de Martín Acevedo hizo que la música de Soler, en ocasiones aséptica a pesar de su melodiosidad, llegara de buen grado a los oídos de los presentes.

Almería, de Albéniz, marcó quizás el punto álgido de esta mitad. El marcado carácter nacional que el maestro de Camprodón imprimió a sus composiciones dedicadas en la Suite “Iberia” dotó al patio de columnas de estilo neomudéjar del Palacio, de la evocación más acorde hecha sonidos. Una maravilla.
Las obras de García Abril: Balada de los Arrayanes; y Ginastera: Allegro marcato de la Sonata nº 1, terminaron por dar esa vuelta de tuerca que supone el S. XX en la historia de la música. En ellas, Martín Acevedo hizo gala de la dualidad tensión distensión, ímpetu y sosiego, requerido por las composiciones de estas partituras.

Pero lo mejor estaba aún por llegar, una segunda parte en la que única y exclusivamente una obra ocupaba todo su tiempo, ¡pero qué obra!; nada más y nada menos que la “Sonata para piano en Si menor” de F. Liszt (no en vano son más de 20 minutos de música ininterrumpida). Todas las virtudes del pianista se resumieron en la composición cíclica del compositor austro-húngaro: deslumbrante y elocuente. Cabe en él una gran gama de emociones, desde las muy delicadas a las apasionadas, sin que su técnica busque nunca el menor movimiento o gesto espectacular.
En resumen y, como diría Fernando Argenta… un Conciertazo.

En otro orden de cosas, comentarles que también tuvo lugar la presentación del cartel del XXVII Festival  Internacional de Música. Una fotografía realizada desde “la otra banda” a una de tantas y bellísimas puestas de sol de las que podemos disfrutar los sanluqueños. Acompañándola y haciendo gala de su similitud en la belleza, la musa Euterpe, que acompaña con un laúd la ida hacia el reposo del dios Apolo al  “lugar donde descansan los colores”.
El director del Festival, Juan Rodríguez Romero, tuvo a bien anunciar la próxima anexión de “A Orillas del Guadalquivir” a la Asociación de Festivales de Música Clásica de España, entre los que se encuentran eventos como los de Madrid, Santander, Tenerife o Granada.

Ello contribuirá, según Rodríguez Romero, al mayor esplendor de nuestra cita agosteña. Esperemos que así sea, ya que otros festivales más jóvenes gozan de un prestigio que ya quisiéramos para el nuestro. Si les digo la verdad, me conformaría con estar al nivel del festival de Úbeda.

Mientras eso llegue o no, les invito a que el resto del curso (ya del 2007/2008) disfruten de la música de cámara que nos ofrece una de las asociaciones musicales con más solera de nuestra tierra: Juventudes Musicales. Les aseguro que no saldrán decepcionados.

Texto: Julio Rodríguez Cedillo
Foto: Salvador Daza